«¡Qué bien se estaba aquí hasta hace poco!. Ahora apenas tengo espacio y solo puedo estar agachado. Poniéndome para abajo quizá… mmmmmpff… nada. Otra vez, a ver si estirando las piernas hago más fuerza.. Mmmmmmpf… ¡chof! ¡Hoooostia¡ ¿Qué he roto? Ay, ay, qué me caigo. No, no me caigo, esto está muy estrecho».
—¡Antonio, he roto aguas! Vámonos al hospital -Susana colgó la llamada, sin haber dicho hola ni adiós. Repasó por enésima vez su “equipaje” y el del bebé y salió pitando escaleras abajo con una toalla entre las piernas.
Antonio estaba esperando abajo con el coche en marcha y, cuando llegaron al hospital, Susana le gritó:
—Rodrigo, ese será su nombre. Y punto.
«¿Cómo que ese «será» su nombre? Si ya me llamo así. Esto me está rallando mucho».
«A ver, lo último que recuerdo es estar en el hospital y a Esther llorando junto a mi cama. Luego llegaron unos batas blancas y me taparon de los pies a la cabeza con la sábana. Pero…¡pude verlo! Estaba de pie junto a Esther… Entonces, ¡he muerto! Y ahora, ¿dónde coño estoy? ¿Qué está pasando?».
—Empuja, empuja, fuerte, como si estuvieras haciendo caca. -la matrona no paraba de decir eso y Susana ya dudaba del canal por el que saldría su bebé. -¡Ya está aquí, ya sale!. Enhorabuena mamá, aquí está tu niño. -Le puso unas gotitas en los ojos y la boca y se lo entregó a la mamá.
Susana recibió a su bebé en el regazo y lo empapó con lagrimas de felicidad.
—Bienvenido, Rodrigo. Qué bien hueles, mi vida, este debe ser el olor del ágape.
«Pero, pero… Mamááá, ¡eres tú!, si llevas muerta veinte años… ¿Cómo es esto posible?… Estoy confundido, no oigo lo que digo, solo oigo mi propio llanto…»
—Mira, Antonio, nuestro hijo. Rodrigo, mira a papi.
«¿Papá?. No entiendo nada. ¿Y esta niebla…? ¿Dónde está… Estel, Estrel, Esper…?. Tengo mucho fríoooo… Buaaaaaa buaaaaaa!
En el inframundo, Hades andaba como loco buscando al que se saltó el paso de dar de beber agua del río Lete al alma de Rodrigo, para así olvidar su vida anterior. Tuvo que enviar un mensajero, transformado en matrona, que le suministró la cantidad necesaria.
Después de la muerte, la reencarnación en uno mismo no puede ser más que renacimiento, y repetiremos una y otra vez hasta que tengamos la vida perfecta. O no…
Para Divagacionistas y #relatosRenacimientos
Enero 2022