Eso decía Rubén Blades en el año 78 del siglo pasado. Seis años tenía yo entonces y, aunque era una canción que tarareaba constantemente, solo me sabía y entendía el estribillo.

Tenía el sabor de la orquesta en las fiestas del pueblo, el olor a humo y pólvora de los fuegos artificiales; de cuando, en el baile, nadie competía bailando salsa; el tacto de la mano dura y curtida de mi padre bailándola conmigo como un pasodoble y de quedarme dormida sobre mi madre en la churrería de mis tíos, ya de madrugada.

Más mayor, durante la edad del pavo, la canción seguía sonando en las fiestas, pero su olor y textura cambiaron. Conocí el nombre de Pedro Navaja y lo engreído que parecía, aunque lo imaginaba más como un chulapo madrileño, ¡qué boba!.

Ya no me quedaba en la plaza bailando con mi padre, ya era tiempo de ir a cotillear donde estaban los “mayores”, los de dieciséis para arriba. Al olor de la pólvora se sumó el espeso y embriagador humo de la hierba, la aspereza del vino en el calimocho y aquellos chicos nuevos que no paraban de atosigarnos, pero que llevaban a Leño a todo trapo en un radiocasete. ¡Leño…! qué sorpresa era encontrar gente que también le gustara, pues la mayoría de mis amigas se sabían todo lo de Hombres G, pero no sabían quién era Jimmy Hendrix. Supongo que tener un hermano mayor me hizo ir por el buen camino de la musica. Sí, mi hermano Raúl siempre me sorprendía con buena música, me encantaba todo lo que escuchaba y, cuando no estaba él, le cogía los casetes aunque luego me esperase buena bronca, pues eran intocables. ¡Cuántos le habré rallado…!.

Años después, Raúl ya compraba cds, muchos cds, y me dejaba escucharlos cuando no estaba él. Compró uno de Rubén Blades, un concierto en el que, por supuesto, venía Pedro Navaja, y la canción cambió, de nuevo, de color y de aroma. Era roja, como la C-15 en la que íbamos juntos a trabajar, y olía a café y a serrín del Taller. Pedro Navaja y «esa mujer» no fueron víctimas, como (¡sorpresa!) lo ha sido Raúl del Covid-19.

En quince días nos hemos quedado con la boca abierta y el corazón anegado de dolor. Te has ido con la música a otra parte…

Para Divagacionistas y los #relatosSorpresas, porque no todas son buenas y las malas suelen ser malísimas.

Abril 2021

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