Cuando se conocieron, Bárbara no sabía que Tomás iba a ser el hombre su vida y, sin darse cuenta, fue dejándose conquistar. Cuando estaba convencida de estar enamorada, decidió que podía ser el momento de vivir juntos, accediendo a la petición insistente y constante de Tomás. Él pronto le planteó tener hijos.

— ¿Para qué esperar más? Ya no cumpliremos los 35 y puede que cueste un tiempo quedarte embarazada – decía Tomás, siempre impaciente.

Bárbara estuvo de acuerdo, él tenía razón, si tardaba en quedarse embarazada se pondría pronto en los 40.

No había previsto los antecedentes familiares, la madre de Tomás tenía un hermano mellizo, así que a ellos también les tocó: embarazo doble y ¡al primer intento!. No lo esperaba tan pronto, en realidad no eran sus planes tan a corto plazo, pero lo asumió pacientemente y con alegría.

El primer mes fue una locura, con ambas tetas al aire la mayor parte del día, como dos surtidores. Así lo había elegido. Por mucho que se agobiara algunas veces, procuraba no pararse a pensarlo. Hacía lo que tenía que hacer y disfrutaba de ello.

Tomás seguía trabajando como repartidor autónomo y, al llegar a casa, tenía muchas más cosas que hacer, las tareas domésticas no estaban tan repartidas. Bárbara no había puesto la lavadora ni recogido la cocina y se amontonaban los utensilios de desayuno, comida y cena. Los pañales sucios rebosaban en una bolsa que colgaba del cambiador y una hilera de pijamitas y bodis llenaba el tendedero. La casa olía a cacas y bebé, el olor del amor incondicional incipiente.

Mientras a Bárbara la veía sobrepasada, él se iba vaciando. Ese vacío se hacía un poco más pequeño al final del día, cuando ella se relajaba durante una hora en el baño caliente y él se encargaba de los mellizos. Después, viéndola salir del baño desnuda y con los surtidores repletos de nuevo, volvía a sentir el enorme vacío al reprimir su deseo de agarrar esas tetas llenas, que ya no eran tan suyas y que deseaba más que nunca. No sabía que ella lo ansiaba tanto como él.

Estaba deseando terminar esta etapa tan agobiante para ambos y cuando pocos meses después, al llegar del trabajo, escuchó por primera vez “Papá” desde dos enormes sonrisas desdentadas, comprendió que siempre estuvo lleno y que solo necesitaba más paciencia…

Marzo 2019

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